"Ya el beso puede ser calificado de acto perverso, pues consiste en la unión de dos zonas bucales erógenas y no en la de los órganos sexuales opuestos. Sin embargo, no se le ha ocurrido aún a nadie condenarlo como una perversión y es incluso tolerado en la escena a título de velada expresión del acto sexual, a pesar de que al alcanzar una alta intensidad puede provocar -y provoca realmente, en muchas ocasiones- el orgasmo y la emisión de esperma, quedando así transformado en un completo acto perverso".
Sigmund Freud: Desarrollo de la Libido y Organizaciones Sexuales.
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