El día de ayer tuve por vivencia el recuerdo de una vieja relación.
El fantasma de alguien que creí que no volvería a ver nunca mas y que de alguna manera no hubiera querido que se fuera nunca. Pero que al final de cuentas, fue necesario que ocurriera.
Toda la noche de ayer y el día de hoy pensando en eso que sin duda es una cosa muy fuerte para una sola neurona coja y aquejada de raquitismo.
Los recuerdos al final de cuentas son como fantasmas y de vez como Testificantes de una vida perdida en alguna parte de nuestra mente.
No estoy muy de acuerdo en negar mis recuerdos, Pero hay veces tambien en donde el recuerdo lo asalta a uno como lobo hambriento y es entonces cuando no hay escape ni cura.
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