Al nacer inauguró las muertes de su alma.
Huyo de sí con su primer aliento para reencontrarse jamás,
cruzo vertiginoso cada esencia del sueño.
Bebió la sangre azul de alguna bestia que lo hizo invisible ante los ojos de los dioses.
Huyo de sí con su primer aliento para reencontrarse jamás,
cruzo vertiginoso cada esencia del sueño.
Bebió la sangre azul de alguna bestia que lo hizo invisible ante los ojos de los dioses.
Sus palabras, sus gestos, creaban nuevos infiernos para hacer puntual su sacrificio.
No podía morir, su condena serían todos los tormentos.
No podía morir, su condena serían todos los tormentos.
Visitó su sombra imposible y allí tuvo piel,
para comer robo la luz a cada astro
y su nombre fue cuanto quedó petrificado en el silencio.
para comer robo la luz a cada astro
y su nombre fue cuanto quedó petrificado en el silencio.
Por varios siglos frotó con devoción sus manos
y de ellas brotó un fuego similar a su cordura,
lo lamió hasta la ultima gota de sus ojos
Y entonces recobró otra fe.
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