martes, noviembre 23, 2004

El Espejo Roto...

El escenario donde prosigo es un pais del confín en ruinas.
Tierras bajo las aguas, agonicas, cada vez más turbias…
Materia que abunda: el excremento.
Olor que persiste: vómitos del desamparo.
Color que reina: amarillo de la peste y el marrón piel de ratas del engaño, aún a coro. Ciénaga. Piélagos…
Estado de ánimo: sobrecogido ante el horror de estos días.
He visto como la muerte devora las últimas carnes del hambriento.
(¡Oh, niños, esos ojos…!)
¿Cómo estamos por casa? Aterido en la lluvia. Extenuado. La lluvia es un acero que me golpea en la nuca.
Lo denuncio: ¡Me han robado el delirio de mi paraíso perdido!
¿La impunidad es anterior a la conciencia, o es el fruto venenoso y postrero de quien subido al cadáver ajeno se siente impune?
No más preguntas ante la eternidad: los muertos están solos y desnudos.
Apenas besaré una sombra…”

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